Deshonor
No lo hizo
sólo por la miríada de oprobios que le perseguían: infame, mendaz y timbalero.
Tampoco lo hizo por apartar de su senda las habladurías que retozaban en los
mentideros. Cuando entró en la cantina, iracundo y puñalero, sabía que nada
bueno podía acontecer: a cada paso que daba se hallaba uno más cerca del cadalso.
Vindicar sus razones, aunque fuera de un modo raudo y somero, no conseguiría
que las inmarcesibles lenguas esponjadas de alcohol hibernaran en sus cuevas.
Había afilado su persona, para segar el aire, para vengar su denostada figura;
sólo su navaja espejada podía seguir manchada de deshonor.
Feliz martes pasado por agua. Yo voy a salir a la calle a ver si mojándome crezco.
Soledad...precioso ¿Tienes algun libro? deberias recopilarlos
ResponderEliminarMuchas gracias, Quedamos en el blog. De momento he tenido la suerte de ser incluida en algunas publicaciones de concursos con algún relato ganador o finalista, pero publicar es muy caro y el mundo editorial muy difícil, como muchas otras cosas, supongo. Así que de momento: trabajo duro escribiendo y con muchas ganas e ilusión. :)
ResponderEliminarPues no abandones nunca porque tienes un talento increíble y espero que algún día tengas suerte y puedas publicar.
ResponderEliminarUn besito grande